En un Taller que realizamos con microempresarios de Arauco y ante la pregunta respecto de imagen y requerimientos, se generó un conjunto de tarjetas entre las cuales un asistente escribió la tarjeta amarilla con la frase "soy capaz" que aparece en la foto.
Esta imagen me provocó varias reflexiones y emociones en torno al emprendimiento y su relación con la resiliencia (La resiliencia es la capacidad de una persona o grupo para seguir proyectándose en el futuro a pesar de acontecimientos desestabilizadores, de condiciones de vida difíciles y de traumas a veces graves)...sobre que está primero, si el huevo o la gallina y en la radio una canción del colombiano Juanes me acosa: "Y es que vale más, un año tardío que un siglo vacío.." y sigo con la pregunta que me inquieta: ¿los emprendedores son resilientes o los resilientes son emprendedores?.

Si revisamos la historia personal de Fernando Flores, luego de ser el ministro más joven del gobierno de Allende, estuvo tres años preso en distintos campos de concentración, entre ellos Isla Dawson, llegó a California, hizo clases en Berkeley, conversó, conversó, creo el Coordinador y el resto es historia, su fortuna personal no ha sido cuantificada fiablemente, pero es importante. Si leemos la historia de Jacqueline Contreras y como hoy, es una pequeña empresaria exitosa, después de haber buscado comida entre la basura de Coronel, no podemos dejar de sorprendernos de sus capacidades....son emprendedores, resilientes y sobrevivientes.

Si bien la capacidad emprendedora es una condición que atraviesa toda la sociedad, pudiendo encontrarse en cualquier estrato socioeconómico, su desarrollo se ve favorecido por un contexto de crecimiento económico/social a nivel general, así como por la pertenencia a un grupo familiar de mayores recursos económicos y culturales. Ejemplificando la aseveración anterior, existe mayor probabilidad de sostenibilidad del emprendimiento si se pertenece a los quintiles medios o superiores, dado que no está en juego todo el patrimonio familiar, se accede a préstamos bancarios y financieros, se poseen mayores y mejores redes de apoyo, y se dispone de alta tecnología para la educación a distancia y para la implementación de círculos virtuosos, por la mayor y mejor instrucción asociada fuertemente a las competencias de excelencia. Por tanto, en este caso, el emprendedor, no necesariamente es resiliente.

En un abordaje diferente, la capacidad emprendedora y la resiliencia se emparentan. La resiliencia es entendida como la capacidad del individuo para hacer las cosas bien, pese a circunstancias adversas, implicando una suerte de resistencia y una facultad de construcción positiva. O de otro modo, es la capacidad de una persona, de una familia o de un grupo social de desarrollarse positivamente, a pesar de las condiciones de vida difíciles y esto de manera socialmente aceptable. La atención del investigador, del mundo académico, de la educación, del trabajo y de la salud ha girado mayoritariamente en "niños o personas problemáticas, conflictivas" o en los "factores de riesgo". El apuntalamiento de la resiliencia nos gira 180 grados y trata de identificar los factores protectores. Por tanto, en esta lógica no es posible desarrollar el emprendimiento en forma disociada de la resiliencia.



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