Published by Mauro
on septiembre 06, 2007 at 4:01 p. m..
Cuando el telégrafo era el método más rápido de comunicación de larga distancia, un joven solicitó trabajo como operador del Código Morse, en respuesta a un anuncio en el periódico, se fue a la dirección, entró a una oficina grande y ocupada, llena de ruido, incluyendo el sonido del telégrafo, en el fondo un anuncio en el módulo de recepción indicaba a los solicitantes a llenar una forma y esperar hasta que se les llamara a entrar a la oficina interna.
El joven llenó la forma y se sentó junto con otros 7 que también estaban esperando su turno.
Después de unos minutos, el joven se paró, cruzó el cuarto y fue hacia la oficina interna, y se metió. Naturalmente los otros solicitantes se preguntaban qué estaba pasando, murmuraban entre sí que no habían llamado a nadie todavía.
Asumieron que el joven que había entrado había cometido un error y sería descalificado.
Dentro de pocos minutos, sin embargo, el gerente acompañó al joven fuera de la oficina y dijo a los demás solicitantes "Caballeros, muchas gracias por venir, pero el puesto ya está ocupado".
Los otros empezaron a comentar el uno con el otro, y uno de ellos preguntó, "Espera un minuto, yo no entiendo. El fue el último en venir, y nosotros ni siquiera tuvimos oportunidad de ser entrevistados. Sin embargo a él le dan el trabajo. No es justo"
El gerente dijo, "Lo siento, pero los últimos minutos mientras estaban sentados allí, el telégrafo les estaba mandando un mensaje en Código Morse que decía: "Si entiendes este mensaje, entra, el puesto es tuyo. Ninguno de ustedes lo escuchó ni lo entendió". Este joven sí. El trabajo es suyo.
Muchas veces las oportunidades tocan a nuestra puerta y parece que nos hablaran en Codigo Morse y no las escuchamos, no nos damos cuenta que existen, hasta que otro las aprovecha. Por eso tenemos que agudizar nuestro oído, nuestra vista y nuestro lenguaje. Sólo cuando hablemos el lenguaje de las oportunidades, podremos darnos cuenta que existe.
Gracias a Yeny Lemus que me envío esta bella historia por correo.
Etiquetas: aprendizaje organizacional, fabulas, historias de emprendimiento
Muy bueno, no hay nada como el morse morsecw.com